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martes, 27 de noviembre de 2007 | |

Reflexiones respecto a la evaluación, autoevaluación y coevaluación

La evaluación, verán que será un tema recurrente en éste blog, porque es un tema que personalmente me atrae y que siento existe en torno a él muchos malos y contra-sentidos, que a través del tiempo se han vuelto un círculo visioso del cuál es dificil sustraerse.
El nuevo énfasis dado por la Reforma Educacional a los procesos de auto y coevaluación, ha traído al tapete nuevamente la controversia respecto a la evaluación cómo proceso de aprendizaje o mera calificación, en cuanto a categorizar a los alumnos en rangos. Por una parte se nos pide que los alumnos sean medidos y comparados entre sí y por otra que se respeten sus diferencias individuales.
Creo que en este ejercicio la auto y coevaluación tienen un papel preponderante ya que cumplen variados objetivos.
Necesitamos que los alumnos tomen conciencia respecto de lo que pueden y no pueden hacer, cómo lo hacen, etc., y la autoevaluación sería un proceso que ayuda a desarrollar esta capacidad. A través del desarrollo de habilidades metacognitivas; esto quiere decir la habilidad de monitorear su propio proceso cognitivo (aprendizaje, resolución de problemas, etc.).
Por otra parte, la autoevaluación tiene también un objetivo formativo a más largo plazo. Se espera que los alumnos se transformen en trabajadores (técnicos, profesionales, empresarios, académicos, etc.) que tengan conciencia de sus propias responsabilidades, que puedan monitorear sus desempeños, juzgarlos, criticarlos y mejorarlos progresivamente. En este sentido, lo que justifica la autoevaluación es el desarrollo de autonomía, autodisciplina y autocontrol por parte de los alumnos. Esto significa que, aun cuando objetivos de aprendizaje como “compromiso”, “cooperación” y “esfuerzo” (los que son más comúnmente autoevaluados en los establecimientos educacionales) son importantes, la autoevaluación no debe limitarse a ellos sino que debe referirse a la calidad del propio trabajo respecto a un resultado esperado.
Hay que destacar que el tema de la autoevaluación no es nuevo en el sistema, al menos para la Enseñanza Básica. Sí lo es en el caso de la Educación Media.
Con respecto a la auto- y coevaluación hay 3 aspectos a considerar:

1. Quiénes tienen responsabilidades en evaluación.
2. Qué puede y debe evaluar el alumno.
3. La relación de la auto y coevaluación con la calificación.

La responsabilidad de evaluar
El responsable último de evaluar los aprendizajes de los alumnos es el profesor.
La primera necesidad, por lo tanto, es la de ubicar la autoevaluación en sus dimensiones reales y eso significa que no desaparece el educador. La visión válida de que el alumno es el constructor y evaluador de su aprendizaje, debe ser complementada con el criterio de que no hay evaluación sin referente, sin comparación con un criterio externo: si un alumno no tiene la oportunidad de confrontar sus apreciaciones con las del profesor, el proceso de aprender pierde sentido.
La autoevaluación es un procedimiento con mucho valor, pero siempre que se la ubique dentro de un contexto más amplio de evaluación y no sustituya la evaluación que los docentes hacen de los logros de aprendizaje de sus alumnos. Este tipo de juicios profesionales bien fundados son fundamentales, en especial en contextos de pobreza y es muy importante reponer la autoridad del profesor para emitirlos. En otras palabras, no porque haya autoevaluación desaparece la relación asimétrica entre alumno y profesor, ni la responsabilidad de este último por asegurar el aprendizaje de sus alumnos y por dar cuenta de sus logros. Esto no quiere decir que se debe avalar el autoritarismo con que a veces es usada la evaluación como herramienta punitiva y coercitiva, sino que se trata de comprender que el aprendizaje, y por lo tanto su evaluación, corresponden a responsabilidades profesionales del profesor. Incluso la autoevaluación requiere de criterios dados, definidos externamente por él.
En suma, la autoevaluación es un procedimiento orientado a alcanzar objetivos de aprendizaje importantes, pero restringido.
La autoevaluación tiene sentido dentro de un marco mayor donde hay evaluaciones realizadas por:

- El docente
- La escuela
- La cultura
- La autoridad docente

Lo más importante es tener claro por qué y para qué la autoevaluación; también separar la auto de la coevaluación, para determinar contextos y situaciones en que ambas se pueden dar.

Qué puede y debe evaluar el alumno
Con frecuencia la autoevaluación que se pide a los alumnos está referida a comportamientos deseables para el trabajo escolar. Por ejemplo, se les pide que juzguen su participación en trabajos de grupos, su respeto por las opiniones de sus compañeros, el compromiso con que asumieron determinada tarea, o el esfuerzo que pusieron para desarrollarla. Otras veces, la autoevaluación o coevaluación se refiere exclusivamente al nivel de agrado o interés experimentado con las actividades de aprendizaje. Urge examinar estos propósitos para encontrar un equilibrio que permita hacer autoevaluaciones más atingentes y rigurosas.
Con respecto a qué puede y qué debe autoevaluar el alumno, no es conveniente plantear recomendaciones demasiado generales. Más bien hay que darle un marco más restringido al tema de la autoevaluación: no todo debe ser autoevaluado, ni siempre debe haber autoevaluación.
Para juzgar qué puede evaluar el alumno se deben considerar al menos tres aspectos:

1. Que los logros de aprendizaje que evalúa el alumno sean pertinentes, es decir, evaluables por él. En otras palabras, que las características del área y de la actividad de aprendizaje así lo permitan.
2. Que el momento sea adecuado.
3. Que el propósito de hacer autoevaluación lo justifique. No a cualquier edad se puede esperar que los niños se observen a sí mismos.

Para comenzar, no todas las metas de aprendizaje -los contenidos, las habilidades, las disposiciones y las conductas a desarrollar- son pertinentes para ser autoevaluadas. Esto se relaciona, por supuesto, con las características propias de cada disciplina y con objetivos de aprendizaje más apropiados que otros para ser autoevaluadas. Por ejemplo, es difícil que los alumnos puedan autoevaluar su capacidad de resolver ejercicios de suma de fracciones.
Además, hay momentos más adecuados que otros para hacer autoevaluación. Por ejemplo, si el propósito de la autoevaluación es promover la capacidad de monitorear el propio desempeño en una actividad, sería contradictorio establecer la autoevaluación en los inicios de dicha actividad.
Asimismo, la pertinencia de la autoevaluación se relaciona con la finalidad que persiga, sobre todo considerando que la capacidad de autoobservarse no se adquiere a cualquier edad y en cualquier esfera. La capacidad metacognitiva –la capacidad de ser observador del propio aprendizaje y de los propios procesos de pensamiento y de resolución de problemas– es probablemente la que tarda más en desarrollarse.
No así la capacidad de introducir el juicio crítico sobre la tarea realizada. La habilidad para apreciar cómo se ha llevado a cabo una determinada tarea y cómo han sido sus resultados se puede ir promoviendo desde etapas tempranas del desarrollo de los niños. Lo mismo sucede con el desarrollo de la autonomía, el autocontrol y la capacidad de revisar y corregir lo hecho. En objetivos como estos se juega la autoevaluación; por ejemplo, para llevar a cabo un proyecto de investigación independiente. Las apreciaciones sobre lo realizado deben venir tanto del profesor como del alumno, por cuanto la evaluación de este tipo de aprendizajes no puede referirse sólo al esfuerzo que se haga para realizar una tarea.

La relación de la auto y coevaluación con la calificación
En torno a la autoevaluación y a la coevaluación, aparece la preocupación por la ponderación que debiera dárseles para el cálculo de la nota final de un sector o subsector, o por los procedimientos que debieran usarse para realizarlas. Verdaderamente, detrás de estas preocupaciones lo que hay son algunos malentendidos con respecto al tema.
En primer lugar, hay que señalar que, por los propósitos formativos antes señalados de la autoevaluación, no es necesario ni conveniente asociar autoevaluación (o coevaluación) con calificación.
Si bien es importante considerar la fuerza que ha tomado la autoevaluación y cómo se la ve en la escuela, cabe una primera nota precautoria: la autoevaluación es un aspecto, no es “la evaluación de la reforma”, como se ha sostenido en ocasiones. Por lo tanto, importa destacar que aunque se busque que el alumno sea el protagonista de su propio aprendizaje y esto implique que la autoevaluación adquiere un carácter destacado y que podría tener un peso en la nota, esto no significa que el alumno se autocalifique. En otras palabras, no se espera que los alumnos se asignen notas en los sectores y subsectores de aprendizaje.
El “aprender a aprender” como propósito formativo importante de la enseñanza escolar actual supone, como requisito ineludible, que los alumnos sean capaces de autoevaluarse para darse cuenta de sus fortalezas y carencias e identificar las áreas en que deben mejorar sus habilidades. En todos estos casos no estamos hablando de autocalificaciones, sino que de juicios o apreciaciones cualitativas planteadas en términos descriptivos.
Del mismo modo como se necesita la formación especializada del profesor para juzgar adecuadamente el desempeño cognoscitivo, la autoevaluación requiere de un proceso de aprendizaje. Instalar la capacidad de autoevaluarse exige un proceso formativo cuya primera condición, especialmente en el caso de alumnos de Enseñanza Media, es que el alumno comprenda claramente lo que se espera de él (los criterios de evaluación de los aprendizajes esperados para el sector o subsector) y que, además, tenga definiciones precisas de que es un trabajo bien hecho o un desempeño satisfactorio en la tarea asignada (indicadores de logro).
Si el profesor ha aclarado a sus alumnos el significado de los criterios que va a emplear para evaluar sus trabajos y si, además, les ha enseñado a diferenciar niveles de logro dentro de ellos, sin duda que la autoevaluación se convierte en una herramienta útil para que los alumnos avancen en su aprendizaje de los objetivos en cuestión. Lo mismo es válido para la coevaluación.
En síntesis, cuando se espera que los alumnos se autoevalúen, esto no significa que deben asignarse notas, sino que deben ser capaces de juzgar el propio desempeño en aquellos aprendizajes (o en aspectos específicos de éstos) en que pueden hacerlo por nivel de madurez y porque cuentan con explicaciones claras de lo que se espera de ellos.
Es importante que tanto para la autoevaluación como para la coevaluación se establezcan los criterios en conjunto con los alumnos. Se les puede guiar con preguntas cómo ¿en qué deberíamos fijarnos para evaluar este trabajo?.
Una herramienta eficaz a la hora de auto y coevaluar son las rúbricas. Hace poco me tocó asistir a un seminario respecto de ellas ...más adelante compartiré acerca de eso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy interesante y didáctico lo que aclaras sobre autoevaluación , coevaluación y metacognición, que con los cam bios del nuevo milenio ca está en boca de todos los docentes, pero en realidad solo queda en el discurso.
Aclarame que son las tres cosas antes mencionadas para ti.
Gracias por tu respuesta.